Reflexiones y aportes de la Asamblea Permanente
de Usuarios de los Servicios de Salud Mental sobre los peritajes[1]
En nuestra historia de tratamientos,
internaciones involuntarias, declaraciones de insanias e inhabilitaciones,
hemos conocido y transitado diversas instancias de peritajes. En ellas, algunos
aspectos (a veces trascendentales) de nuestra vida eran debatidos y definidos,
obteniendo un destino decidido por otros, especializados, “calificados” para
hacerlo.
Repensando esas experiencias en grupo[2], debatiendo cómo podrían
haber sido y cómo podrían ser, logramos elaborar el presente documento, que
tiene por objetivo transmitir nuestra voz, la voz de los usuarios y usuarias de
los servicios de salud mental en torno a la elaboración de los peritajes.
En estas páginas abordaremos los obstáculos
con los que se enfrentan quienes han atravesado situaciones de peritaje; y las recomendaciones
que creemos pueden colaborar con la búsqueda del respeto al otro y la igualdad
de derechos. Nuestro material más rico
ha sido nuestra propia experiencia.
El anticipo de un diagnóstico: Obstáculos observados
en los peritajes conocidos
Desconocimiento de la condición anterior a la
enfermedad.-
Debería
considerarse en las evaluaciones en qué situación familiar, social, laboral y
de salud se encontraba la persona. Algunas situaciones vividas pueden ser
causas o fuertes condicionantes de la enfermedad.
Creemos que hay personas que pueden ser
dañinas y relaciones que pueden enfermarnos o desencadenar episodios de locura:
Familias o familiares violentos y nocivos, el hacinamiento, la desocupación, la
imposibilidad de mantener a la familia, de brindarle la atención necesaria, los
trabajos esclavos, la explotación, son entre otras posibles, situaciones que
producen padecimiento mental.
Ausencia de estudios complementarios.-
Creemos necesario que exista un examen físico,
realizado por médicos clínicos, que complementen el examen psiquiátrico,
buscando descartar causas neurológicas, por ejemplo, que contribuyan o causen
el padecimiento mental.
Entrevistas de corta duración, sin espacio al
surgimiento de lo propio.-
Hemos tenido entrevistas muy cortas, en las
que dos o tres preguntas eran definitorias.
No encontramos en nuestra experiencia
entrevistas en las que nos den espacio a explayarnos, a incluir nosotros los
temas sobre los cuales conversar, teniendo que responder un interrogatorio con
preguntas predefinidas.
Falta de democracia y de participación igualitaria.-
Mientras “el forense” conoce a quien
entrevista, tiene un saber previo en base a otras entrevistas y lecturas de
historias clínicas; nosotros, los “pacientes”, sólo sabemos que es “el
forense”.
Entrevistado y entrevistador no somos
presentados en igualdad de condiciones. Los “pacientes” no conocemos el nombre
del entrevistador, ni su especialidad médica, ni su pertenencia institucional. Pero
por sobre todo, no conocemos los
resultados y el alcance de su evaluación, ni tenemos acceso al informe final
confeccionado y entregado a las autoridades correspondientes.
Los entrevistados no participamos de la
elección del sitio ni del momento de la entrevista.
Nervios ante el peritaje.-
Las propias condiciones bajo las cuales se
produce el peritaje pueden ser generadoras de conductas evaluadas
negativamente.
Los nervios que produce el estar en una
instancia de evaluación, como lo es el peritaje, por las consecuencias
trascendentales que puede tener en nuestra vida, cambiando nuestro destino, no
colaboran a la hora de responder preguntas, de mostrarnos fuertes, tranquilos,
“sanos”.
La existencia misma de una instancia de
evaluación que tiene el poder de definir nuestro destino inmediato, en pocos
minutos, funciona como un obstáculo difícil de sortear a la hora de evaluarnos.
No favorece el despliegue de habilidades, el encuentro de potencialidades.
Maltrato en las entrevistas.-
“¿Estás rezando
el rosario?” fue la pregunta introductoria con la que comenzó la entrevista
un forense que iba a entrevistar a una persona que transitaba un momento
místico. Su pregunta daba cuenta de una previa lectura de la historia clínica,
o de una previa conversación con otro profesional. Alguien desconocido por la
persona internada, que ingresa dando cuenta de cierto conocimiento del padecer,
manifestando la diferencia de poder de ambas posiciones.
Esta pregunta junto con otras dos (¿Cuántos
años tenés? Y ¿Cómo estas?) fueron las únicas presentes en una entrevista con
“el forense”, realizadas recién al mes y medio de la internación, bajo los
efectos de la medicación.
Invasión de la privacidad y de la vida cotidiana.-
Las evaluaciones realizadas para poder
sostener la inhabilitación (y que esta no se transforme en una insania o en la
necesidad de una internación) incluyen la invasión de la vida cotidiana y la
injusta evaluación de todos los aspectos de ella, incluida la privacidad.
Estas evaluaciones son realizadas en el
domicilio del entrevistado, de manera imprevista, sin un aviso previo, a
cualquier hora, con una periodicidad de dos años. Tienen una duración de más de
una hora, siendo más prolongada que las otras entrevistas (realizadas en
comisarías, u hospitales). Incluyen un recorrido minucioso por la casa,
“parecido al que una inmobiliaria pudiera hacer para tasar una vivienda”. Las
áreas temáticas que recorre la entrevista abarcan varios aspectos de la vida,
como la sexualidad, el ocio, el uso del tiempo libre, las changas, amistades,
amantes, relaciones familiares. Cómo vive, si es ordenado, qué come, qué
cocina, cómo lo hace y en dónde y con qué utensilios, dónde realiza compras,
cómo usa el dinero, en qué lo gasta, son algunas de las preguntas puntillosas
incluidas en esta evaluación con fines de considerar si una persona puede
seguir siendo considerada “inhabilitada”. “Por haber estado internado me tengo
que aguantar que se metan en mi vida, en mi casa, con mis cosas, mi gente.” La
autosuficiencia, el ser autoválido y capaz de realizar actos por su cuenta,
serán los veredictos favorables que permitirán que las cosas sigan igual, por
lo menos dos años más.
Pero además de esta evaluación en domicilio
realizada por una asistente social y dos forenses, esta evaluación requiere de
una evaluación (también minuciosa) en PAMI.
Recomendaciones para la realización de peritajes
respetuosos
- Incluir informes previos de
diferentes disciplinas de salud (clínicas, neurológicas, psicológicas,
psiquiátricas, sociales) haciendo lugar a la opinión de la persona evaluada
acerca de qué áreas es conveniente incluir.
- Incluir el uso de nueva
tecnología en las entrevistas, para que éstas sean filmadas y/o grabadas, o que
otros profesionales puedan observarlas simultáneamente (vía Skype, por
ejemplo). Esto podría evitar los abusos y
malos tratos, funcionando como un elemento de control para los
profesionales. “Que haya una cabeza mirando y pensando por encima del perito.” Además,
ese mismo material puede ser evaluado por otros profesionales, buscando más
opiniones acerca del mismo (en caso de que no haya acuerdo o sea controvertido
el resultado). Eso evitaría la exposición a una nueva instancia de evaluación.
- Preferentemente es
recomendable no realizar peritajes en hospitales psiquiátricos, mucho menos si
lo que se evalúa es la posibilidad de una internación. El temor a quedar
internado atraviesa toda la entrevista, estando presente como posibilidad
amenazante de quedar internado en un “lugar de locos”, en el que prima la
peligrosidad como representación social de esos espacios, donde muchos están
allí detenidos de por vida, contra su voluntad. Todo lo cual puede generar,
entre otras, conductas paranoicas, sentimientos de temor, ansiedad, que
condicionan el resultado de la evaluación y que son producidas por las propias
condiciones de evaluación. Una forma de contrarrestar esto podría ser que las
personas evaluadas puedan participar de la elección del momento de la entrevista
y del lugar donde se va a desarrollar.
- Que esté prohibido realizar
peritajes a personas que bajo el efecto de la medicación les sea difícil
mantener una conversación.
- Que sea posible solicitar
otra evaluación u otra opinión profesional.
- Las “rarezas” o “exotismos”
en cuanto a la visión de la vida o las apariencias físicas, costumbres o formas
de pensar y actuar del otro, no deberían ser causas o motivos de internación o
maltrato. Deberían poder incluirse como formas alternativas; diferentes, pero no
enfermas.
- Que las personas
entrevistadas tengan derecho a:
o Saber el nombre, apellido y
especialidad profesional del entrevistador.
o Saber las consecuencias que
podría tener la entrevista, los alcances de la misma.
o Acceder a un acta de la
entrevista confeccionada y firmada en el momento final de la entrevista.
o Acceder al material
tecnológico con el que la entrevista haya sido grabada y/o filmada.
o Acceder al informe final del
perito.
o Estar acompañado por quien
considere necesario en el transcurso de la entrevista
o Conocer con anterioridad los
documentos que haya que firmar, para leerlos con calma y preguntar a gente de
confianza qué significan, en caso de no comprenderlos.
o Tener tiempo para responder cada
una de las preguntas sin presión “que no te apuren a responder”.
o Ser escuchado (que esté
prohibido que el perito hable por el celular cuando está realizando la
entrevista de evaluación).
o Que la relación
entrevistado- entrevistador esté basada en un código de respeto mutuo, y que se
eviten comentario irónicos.
Conclusiones.-
Nuestra mirada sobre los peritajes respetuosos
de los derechos humanos está basada en nuestra propia experiencia. La redacción
de este documento implicó una serie de discusiones en torno a las situaciones
de maltrato vividas por cada uno de los que integramos APUSSAM.
La relación profesional - usuario es una
relación bastante asimétrica: fundamentalmente, en relación al trato de este
“informador a la justicia”, y a la función que tiene cada uno en el marco de
una entrevista. Un peritaje no debe ser un mero rastrillaje, que de cuenta sólo
de aspectos superficiales de una persona, sino que debería ser un trabajo
arqueológico respetuoso de los sujetos, cuya intención sea la de poder recobrar
la historia de la persona, entender el porqué de un padecimiento, y de esta
manera poder ejercer una profesión desde lo humano con una mirada holística,
propiciando los espacios de curación.
De esta manera, también entendemos que este
documento explicita cuestiones simples y básicas en cuanto al trato respetuoso
entre las personas, que no son contempladas en absoluto en situaciones de
peritaje. Un respeto que permitiría
una relación accesible y un trabajo
más efectivo, cuya intención sea la de equilibrar una relación históricamente desigual.
A nuestro entender, éste es el paso previo a cualquier cambio de legislación. Sin
trato respetuoso, no hay cambio posible.
[1] Por Fernando Aquino y Daniel Tedesco, integrantes de la
Apussam ,
organización conformada por un grupo de hombres y mujeres, usuarios de los
servicios de salud mental, que se reúne
con la esperanza de forjar un mundo en
donde no existan los estigmas, ni las
injusticias relacionadas con la salud mental.
[2] Agradecemos
en especial a la participación y a los aportes brindados por Rolando Hanono y
Jorge Bogojevich, cuyas ideas y críticas enriquecieron los debates.
No hay comentarios:
Publicar un comentario