miércoles, 30 de julio de 2014

Aquí esta nuestro artículo sobre peritajes respetuosos


Reflexiones y aportes de la Asamblea Permanente de Usuarios de los Servicios de Salud Mental sobre los peritajes[1]

 

En nuestra historia de tratamientos, internaciones involuntarias, declaraciones de insanias e inhabilitaciones, hemos conocido y transitado diversas instancias de peritajes. En ellas, algunos aspectos (a veces trascendentales) de nuestra vida eran debatidos y definidos, obteniendo un destino decidido por otros, especializados, “calificados” para hacerlo.

Repensando esas experiencias en grupo[2], debatiendo cómo podrían haber sido y cómo podrían ser, logramos elaborar el presente documento, que tiene por objetivo transmitir nuestra voz, la voz de los usuarios y usuarias de los servicios de salud mental en torno a la elaboración de los peritajes.

En estas páginas abordaremos los obstáculos con los que se enfrentan quienes han atravesado situaciones de peritaje; y las recomendaciones que creemos pueden colaborar con la búsqueda del respeto al otro y la igualdad de derechos.  Nuestro material más rico ha sido nuestra propia experiencia.

 

El anticipo de un diagnóstico: Obstáculos observados en los peritajes conocidos

 

Desconocimiento de la condición anterior a la enfermedad.-

 Debería considerarse en las evaluaciones en qué situación familiar, social, laboral y de salud se encontraba la persona. Algunas situaciones vividas pueden ser causas o fuertes condicionantes de la enfermedad.

Creemos que hay personas que pueden ser dañinas y relaciones que pueden enfermarnos o desencadenar episodios de locura: Familias o familiares violentos y nocivos, el hacinamiento, la desocupación, la imposibilidad de mantener a la familia, de brindarle la atención necesaria, los trabajos esclavos, la explotación, son entre otras posibles, situaciones que producen padecimiento mental.

 

Ausencia de estudios complementarios.-

Creemos necesario que exista un examen físico, realizado por médicos clínicos, que complementen el examen psiquiátrico, buscando descartar causas neurológicas, por ejemplo, que contribuyan o causen el padecimiento mental.

 

Entrevistas de corta duración, sin espacio al surgimiento de lo propio.-

Hemos tenido entrevistas muy cortas, en las que dos o tres preguntas eran definitorias.

No encontramos en nuestra experiencia entrevistas en las que nos den espacio a explayarnos, a incluir nosotros los temas sobre los cuales conversar, teniendo que responder un interrogatorio con preguntas predefinidas.

 

Falta de democracia y de participación igualitaria.-

Mientras “el forense” conoce a quien entrevista, tiene un saber previo en base a otras entrevistas y lecturas de historias clínicas; nosotros, los “pacientes”, sólo sabemos que es “el forense”.

Entrevistado y entrevistador no somos presentados en igualdad de condiciones. Los “pacientes” no conocemos el nombre del entrevistador, ni su especialidad médica, ni su pertenencia institucional. Pero por sobre todo, no  conocemos los resultados y el alcance de su evaluación, ni tenemos acceso al informe final confeccionado y entregado a las autoridades correspondientes.

Los entrevistados no participamos de la elección del sitio ni del momento de la entrevista.

 

Nervios ante el peritaje.-

Las propias condiciones bajo las cuales se produce el peritaje pueden ser generadoras de conductas evaluadas negativamente.

Los nervios que produce el estar en una instancia de evaluación, como lo es el peritaje, por las consecuencias trascendentales que puede tener en nuestra vida, cambiando nuestro destino, no colaboran a la hora de responder preguntas, de mostrarnos fuertes, tranquilos, “sanos”.

La existencia misma de una instancia de evaluación que tiene el poder de definir nuestro destino inmediato, en pocos minutos, funciona como un obstáculo difícil de sortear a la hora de evaluarnos. No favorece el despliegue de habilidades, el encuentro de potencialidades.

 

Maltrato en las entrevistas.-

¿Estás rezando el rosario?” fue la pregunta introductoria con la que comenzó la entrevista un forense que iba a entrevistar a una persona que transitaba un momento místico. Su pregunta daba cuenta de una previa lectura de la historia clínica, o de una previa conversación con otro profesional. Alguien desconocido por la persona internada, que ingresa dando cuenta de cierto conocimiento del padecer, manifestando la diferencia de poder de ambas posiciones.

Esta pregunta junto con otras dos (¿Cuántos años tenés? Y ¿Cómo estas?) fueron las únicas presentes en una entrevista con “el forense”, realizadas recién al mes y medio de la internación, bajo los efectos de la medicación.

 

Invasión de la privacidad y de la vida cotidiana.-

Las evaluaciones realizadas para poder sostener la inhabilitación (y que esta no se transforme en una insania o en la necesidad de una internación) incluyen la invasión de la vida cotidiana y la injusta evaluación de todos los aspectos de ella, incluida la privacidad.

Estas evaluaciones son realizadas en el domicilio del entrevistado, de manera imprevista, sin un aviso previo, a cualquier hora, con una periodicidad de dos años. Tienen una duración de más de una hora, siendo más prolongada que las otras entrevistas (realizadas en comisarías, u hospitales). Incluyen un recorrido minucioso por la casa, “parecido al que una inmobiliaria pudiera hacer para tasar una vivienda”. Las áreas temáticas que recorre la entrevista abarcan varios aspectos de la vida, como la sexualidad, el ocio, el uso del tiempo libre, las changas, amistades, amantes, relaciones familiares. Cómo vive, si es ordenado, qué come, qué cocina, cómo lo hace y en dónde y con qué utensilios, dónde realiza compras, cómo usa el dinero, en qué lo gasta, son algunas de las preguntas puntillosas incluidas en esta evaluación con fines de considerar si una persona puede seguir siendo considerada “inhabilitada”. “Por haber estado internado me tengo que aguantar que se metan en mi vida, en mi casa, con mis cosas, mi gente.” La autosuficiencia, el ser autoválido y capaz de realizar actos por su cuenta, serán los veredictos favorables que permitirán que las cosas sigan igual, por lo menos dos años más.

Pero además de esta evaluación en domicilio realizada por una asistente social y dos forenses, esta evaluación requiere de una evaluación (también minuciosa) en PAMI.

 

Recomendaciones para la realización de peritajes respetuosos

-       Incluir informes previos de diferentes disciplinas de salud (clínicas, neurológicas, psicológicas, psiquiátricas, sociales) haciendo lugar a la opinión de la persona evaluada acerca de qué áreas es conveniente incluir.

-       Incluir el uso de nueva tecnología en las entrevistas, para que éstas sean filmadas y/o grabadas, o que otros profesionales puedan observarlas simultáneamente (vía Skype, por ejemplo). Esto podría evitar los abusos y  malos tratos, funcionando como un elemento de control para los profesionales. “Que haya una cabeza mirando y pensando por encima del perito.” Además, ese mismo material puede ser evaluado por otros profesionales, buscando más opiniones acerca del mismo (en caso de que no haya acuerdo o sea controvertido el resultado). Eso evitaría la exposición a una nueva instancia de evaluación.

-       Preferentemente es recomendable no realizar peritajes en hospitales psiquiátricos, mucho menos si lo que se evalúa es la posibilidad de una internación. El temor a quedar internado atraviesa toda la entrevista, estando presente como posibilidad amenazante de quedar internado en un “lugar de locos”, en el que prima la peligrosidad como representación social de esos espacios, donde muchos están allí detenidos de por vida, contra su voluntad. Todo lo cual puede generar, entre otras, conductas paranoicas, sentimientos de temor, ansiedad, que condicionan el resultado de la evaluación y que son producidas por las propias condiciones de evaluación. Una forma de contrarrestar esto podría ser que las personas evaluadas puedan participar de la elección del momento de la entrevista y del lugar donde se va a desarrollar.

-       Que esté prohibido realizar peritajes a personas que bajo el efecto de la medicación les sea difícil mantener una conversación.

-       Que sea posible solicitar otra evaluación u otra opinión profesional.

-       Las “rarezas” o “exotismos” en cuanto a la visión de la vida o las apariencias físicas, costumbres o formas de pensar y actuar del otro, no deberían ser causas o motivos de internación o maltrato. Deberían poder incluirse como formas alternativas; diferentes, pero no enfermas.

-       Que las personas entrevistadas tengan derecho a:

o   Saber el nombre, apellido y especialidad profesional del entrevistador.

o   Saber las consecuencias que podría tener la entrevista, los alcances de la misma.

o   Acceder a un acta de la entrevista confeccionada y firmada en el momento final de la entrevista.

o   Acceder al material tecnológico con el que la entrevista haya sido grabada y/o filmada.

o   Acceder al informe final del perito.

o   Estar acompañado por quien considere necesario en el transcurso de la entrevista

o   Conocer con anterioridad los documentos que haya que firmar, para leerlos con calma y preguntar a gente de confianza qué significan, en caso de no comprenderlos.

o   Tener tiempo para responder cada una de las preguntas sin presión “que no te apuren a responder”.

o   Ser escuchado (que esté prohibido que el perito hable por el celular cuando está realizando la entrevista de evaluación).

o   Que la relación entrevistado- entrevistador esté basada en un código de respeto mutuo, y que se eviten comentario irónicos.

 

Conclusiones.-

Nuestra mirada sobre los peritajes respetuosos de los derechos humanos está basada en nuestra propia experiencia. La redacción de este documento implicó una serie de discusiones en torno a las situaciones de maltrato vividas por cada uno de los que integramos APUSSAM.

La relación profesional - usuario es una relación bastante asimétrica: fundamentalmente, en relación al trato de este “informador a la justicia”, y a la función que tiene cada uno en el marco de una entrevista. Un peritaje no debe ser un mero rastrillaje, que de cuenta sólo de aspectos superficiales de una persona, sino que debería ser un trabajo arqueológico respetuoso de los sujetos, cuya intención sea la de poder recobrar la historia de la persona, entender el porqué de un padecimiento, y de esta manera poder ejercer una profesión desde lo humano con una mirada holística, propiciando los espacios de curación.

De esta manera, también entendemos que este documento explicita cuestiones simples y básicas en cuanto al trato respetuoso entre las personas, que no son contempladas en absoluto en situaciones de peritaje. Un respeto que permitiría una relación accesible y un trabajo más efectivo, cuya intención sea la de equilibrar una relación históricamente desigual. A nuestro entender, éste es el paso previo a cualquier cambio de legislación. Sin trato respetuoso, no hay cambio posible.



[1] Por Fernando Aquino y Daniel Tedesco, integrantes de la Apussam, organización conformada por un grupo de hombres y mujeres, usuarios de los servicios de salud mental,  que se reúne con la esperanza de  forjar un mundo en donde no existan los estigmas, ni  las injusticias relacionadas con la salud mental.
[2] Agradecemos en especial a la participación y a los aportes brindados por Rolando Hanono y Jorge Bogojevich, cuyas ideas y críticas enriquecieron los debates.


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